Las fracturas maxilofaciales tienen un índice del 69% debido a
violencia física, seguido de los accidentes automovilísticos en un valor
del 27% y por patologías en un 4%. Como odontólogos no podemos
desconocer las medidas mínimas a ejecutar en una situación como ésta.
El
golpe de puño suele ser la causa más frecuente de las fracturas del
maxilar inferior. Dada la constitución anatómica de este hueso, al estar
sólidamente fijo a nivel de las articulaciones temporomandibulares, una
violencia aplicada en su porción media (mentón) tiende a abrir la
curvatura del mismo, causando la fractura a nivel de la sínfisis o de la
raíz del canino. Al no poder desplazarse el cóndilo hacia atrás,
acompañando la dirección del impacto puede fracturarse el cuello
anatómico del mismo.
Una fuerza lateral sobre la parte posterior del
cuerpo mandibular o ángulo tendería a cerrar la curvatura del mismo y
originará una fractura cuyo sitio de elección será a nivel del tercer
molar, siendo el cuello condilar menos vulnerable en este caso porque el
cóndilo tiene mayor movilidad en sentido lateral, en que sólo está
sujeto por los ligamentos laterales de su cápsula.
En el tratamiento
de urgencia la prioridad consiste en salvar la vida al paciente,
instituyendo maniobras ordenadas que facilitaran esta acción, de este
modo se debe realizar primero el establecimiento de una satisfactoria
ventilación pulmonar para luego cohibir la hemorragia, prevenir el shock
traumático o hemorrágico, efectuando como último paso la inmovilización
transitoria de la zona traumática.
Para asegurar esta vía debemos limpiar y retirar de la cavidad bucal
prótesis, objetos extraños (trozos de cristal del parabrisas), piezas
dentarias, esquirlas de hueso, coágulos sanguíneos, etc. Tratando de
movilizar lo mínimo la extremidad cefálica del paciente, por posibles
fracturas de la porción cervical. Es vital, si es necesario, volcar
hacia un lado o enderezar la cabeza para evitar que la sangre
proveniente de la nariz, senos maxilares, lengua, contribuya a la falta
de permeabilidad de las vías aéreas y pueda escurrirse con mayor
facilidad por la comisura bucal o narina. Para ejecutar esta maniobra se
toma la calota craneana con ambas manos, moviéndola junto con el tórax
para evitar flexiones excesivas o esfuerzos del cuello.
La fractura
conminuta del cuerpo mandibular puede facilitar la propulsión de la
lengua hacia atrás, obliterando el espacio orofaríngeo. La rápida
colocación de una sonda o en su defecto de un simple trozo de tubo
grueso de plástico (manguera) puede momentáneamente mejorar el estado.
La tracción de la lengua hacia adelante también es una maniobra
importante, la cual puede ser ejecutada enlazando la lengua con un
sedal, en la ruta, o lejos de toda ayuda se puede utilizar un alfiler de
gancho en la extremidad lingual (si el paciente está lo suficientemente
obnubilado o en coma, donde el sufrimiento es mínimo).
Otra maniobra importante para asegurar la ventilación es efectuar una traquetomía de urgencia en el mismo lugar del accidente.
Las heridas faciales acompañantes a los grandes traumatismos y la
fractura de la pirámide nasal, de los maxilares superiores, del
etmoides, etc. pueden dar copiosas hemorragias.
Trataremos de cohibir las hemorragias con empaquetaduras o apósitos a presión.
En las heridas de tejidos blandos la toma con pinzas de las arterias sangrantes es de utilidad.
En
el caso de que la hemorragia no ceda, se debe proceder, sin dilación, a
la ligadura de ambas carótidas externas, manteniendo la volemia del
enfermo en niveles aceptables por medio de transfusiones.
Establecida la ventilación pulmonar y mientras efectuamos las medidas
de control de la hemorragia, se deben ya comenzar a instituír las
medidas de prevención del shock traumático-hemorrágico.
Se puede contribuir a su profilaxis con las siguientes medidas:
a) Calmar el dolor: con drogas como la dipirona o más potentes si fuera necesario.
b)
Sedar la excitación: si fuese muy intensa, sobre todo si la presión se
mantuviese elevada, se pueden utilizar fármacos como la benzodiasepina.
c)
Aumentar el volumen circulante: en caso de que el paciente tenga una
gran pérdida de sangre, reponiendo ésta o a través de plasma, pero en
las primeras horas se puede restituir con soluciones salinas o
glucosazas comunes (sueros).
Es el último paso a plasmar, realizado mientras se espera el
transporte de emergencias, durante éste, cuando se encuentra en terapia
intensiva recuperándose o durante la sutura de sus heridas de los
tejidos blandos, es conveniente efectuar alguna forma de inmovilización
transitoria de los maxilares fracturados, para otorgarle un mayor
confort al accidentado. Puesto que en los movimientos deglutorios, al
hablar o comer, se movilizan excesivamente los fragmentos produciendo
dolor, manteniendo la hemorragia y aumentando la impotencia funcional.
En
las fracturas del maxilar superior se pueden realizar vendajes que
rodeen la calota craneana y sostengan al mentón, preferentemente
realizados con vendas elásticas (Tipo Barton).
Otro método eficaz
consiste en el bloqueo articular con trozos de alambre de acero
inoxidable, que no es más que una férula como se las realiza para el
tratamiento de piezas dentarias con enfermedad periodontal, tomando
varias piezas dentarias de los sectores comprometidos.
Material proporcionado por:
Dr. Carlos Ariel Fregosinihttp://www.odontologia-online.com